Varios senadores denunciaron esta semana que fueron bloqueados fuera de sus despachos por una práctica histórica del Congreso: el “pasamanos” de llaves, una cadena de cerrajeros que controla el acceso a los gabinetes. Las acusaciones incluyen cambio de cerraduras, agresiones del personal de seguridad y la presencia de cerrajeros externos, poniendo en el foco la falta de transparencia en la gestión de los espacios legislativos.
Contexto del escándalo
En los últimos meses, distintas mandatarias del Senado argentino han señalado irregularidades graves relacionadas con la forma en que se gestionan los accesos a sus despachos. La controversia gira en torno a una tradición interna conocida como el “pasamanos de llaves”, que consiste en una cadena de cerrajeros designados por la Secretaría del Congreso para custodiar y distribuir las llaves de los gabinetes de los legisladores.
¿En qué consiste la tradición del “pasamanos”?
El término hace referencia a una fila de llaveros metálicos que cuelgan de una barra central instalada en los pasillos del Senado. Cada llave está numerada y corresponde a un despacho concreto. El personal de la Secretaría, en coordinación con el cuerpo de seguridad del Congreso, controla quién recibe la llave y cuándo se devuelve. Originalmente, este mecanismo buscaba evitar el uso indiscriminado de los gabinetes y asegurar la seguridad del edificio, pero según los senadores involucrados, se ha convertido en una herramienta de control político y administrativo.
Denuncias de bloqueo y cambio de cerraduras
Una senadora del bloque kirchnerista denunció que, al intentar ingresar a su oficina, encontró la puerta cerrada y sin la llave correspondiente. Según su relato, la Secretaría le informó que la cerradura había sido reemplazada sin previo aviso y que la nueva llave estaba bajo la custodia del “pasamanos”. La mandataria describió la situación como una “intención de excluir” a los legisladores de la toma de decisiones sobre sus propios espacios de trabajo.
Incidente con Cándida López
En otro caso, la senadora Cándida López (Frente de Todos) se presentó en su despacho acompañado de un cerrajero profesional después de que el personal del Congreso cambiara la cerradura sin comunicarle la medida. López explicó que el cerrajero fue necesario para poder abrir la puerta y recuperar el acceso a sus documentos oficiales. El hecho atrajo la atención de los medios y generó un debate sobre la falta de protocolos claros para la gestión de los gabinetes.
Agravios físicos y acusaciones contra la seguridad del Congreso
La senadora Cristina López también acusó al personal de seguridad de haberla agredido físicamente al intentar impedir su ingreso al despacho. Según su testimonio, varios guardias la detuvieron, le impidieron el paso y la empujaron violentamente, provocando una escena de forcejeo que fue capturada por cámaras de seguridad internas. La denuncia fue acompañada por la solicitud de una investigación independiente.
Repercusiones y respuestas institucionales
Ante la acumulación de denuncias, la Mesa del Senado solicitó a la Dirección de Seguridad del Congreso que revise los protocolos de acceso y que se establezca un registro digital de todas las entregas y cambios de llaves. Además, se anunció la creación de una comisión mixta de senadores y funcionarios administrativos para evaluar la pertinencia de mantener el “pasamanos” o sustituirlo por un sistema de control de acceso basado en credenciales electrónicas.
¿Qué significa este escándalo para la ciudadanía?
El caso pone de relieve la necesidad de transparencia en la gestión de los bienes institucionales y la protección de los derechos de los representantes electos. La ciudadanía observa con atención cómo las instituciones legislativas manejan los recursos internos, ya que la confianza en el Congreso depende también de la percepción de que sus espacios de trabajo son gestionados de forma justa y profesional.